viernes, julio 28, 2006

berlín

me voy a berlín. con noe. a casa de su amiga charo. hasta el 9 de agosto.
tengo muchas ganas de conocer la ciudad. no sé explicar los motivos, pero de algún modo la tengo idealizada, tengo la sensación de que es una ciudad de la que se hablará más que de otras cuando se escriban los libros de historia dentro de algún tiempo......
el avión sale a las siete y media, así que ando terminando la mochila, haciéndome una ensaladita para comer algo, cerrando ventanas y regando plantas...
intentaré enchufarme desde allí para contar...

jueves, julio 27, 2006

otro año más...

Se cuenta en la familia que al nacer era más bien feillo…
Mi abuelo aún sigue contando que cuando nací pensaron que era un rape…



Y cuenta como un chiste que Gil Guijarro, el médico de Algeciras que atendió a mi madre cuando nací y cuando nacieron mis hermanas, le dijo: “no se preocupe, carrasco, vamos a tirarlo al techo y si se queda es que es un murciélago, si vuelve a bajar es que es un niño y quizá, con el tiempo, mejore…”

Poco a poco fui mejorando algo……



aunque no me voy a extender en esto de mi “mejoría” para no darle motivos a Marina para decir que los blogs, y el mío en particular (aunque asegura que no me lee), no son más que un ejercicio de egocentrismo exagerado y onanista…

El miércoles pasado, 19 de julio, hizo años del experimento del murciélago… y al día siguiente fue también el cumple de mi amigo Ángel, así que volvimos a celebrarlo juntos…

Y van 81…


[Van 81 entre los dos… supongo que es más o menos evidente… pero mejor aclararlo…]

[También conviene aclarar que el de la primera foto no soy yo, es un rape de verdad… la segunda sí es una foto mía en la que debo tener unos meses…
Es una diapo en color tomada en Telde, supongo que en los últimos meses del 67 ó los primeros del 68… recién salido el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles y un par de años antes de que Armstrong pisara la Luna…]

martes, julio 18, 2006

libros

Compro libros más rápido de lo que los leo, gasto más de lo que gano y leo más de lo que curro, así que he decidido unilateralmente aplicarme una moratoria libresca y no ir de librerías durante un par de meses…

una vida feliz...

una amiga lee el retrato anodino y gris que hice en biografía hace unos días, mira desde otro punto de vista, reinterpreta con lucidez lo que escribí, y me envía este mensaje protestón y crítico que cuelgo aquí (con su permiso) para que me ayude a seguir pensando:

UNA VIDA FELIZ

¿Por qué esta vida suena deprimente? A mi me parece una vida plena y maravillosa. El escritor ha trazado la directriz general la vida de un hombre, si bien en algunos momentos los adjetivos utilizados dan un toque de monotonía a esa vida, pero al ser el autor quien los añade probablemente sean el reflejo de los sentimientos de su vida y no la de su personaje.

La felicidad no es un estado permanente, ni equivale a un estado personal perfecto (define perfecto: ¿donde todas las variables que influyen en nuestra vida están en consonancia con nuestra voluntad temporal?).

La vida está llena de colores, y esta visión parece la de unos ojos con lentillas de color gris. Como directriz general veo que el protagonista ha vivido una vida justa, estable y no falto de amor. Cuando yo leo este relato mi imaginación hila esta vida de la siguiente manera:

1.- Su infancia y su adolescencia de estudiante: estudió, aprendió (algunos no aprenden), y aprobó.
Entró en la universidad (algunos no aprueban, otros no pueden ir y muchos no van). Hizo una carrera conforme a la nota media que obtuvo en el colegio, si bien no le dio para una ingeniería, realizó una carrera de ciencias que no “aborrecía” (no figura que se arrepintiera de elegir ciencias, no debía ser tan mala carrera). El consejo de sus padres me parece muy acertado, al fin y al cabo, en esta sociedad tener una carrera universitaria es un grado. Contó con el apoyo de unos padres en sus estudios, sin que le exigieran contribuir al sustento de las cargas familiares.
Si hubiera tenido mejor nota hubiera tenido la posibilidad de elegir entre un mayor número de carreras…pero no la tuvo. Así que eligió una carrera de acuerdo con la nota media que tenía. Aceptó que la carrera hecha no era la que le hubiera gustado, pero le imprimió una formación y una forma de ver el universo imposible de alcanzar de otra manera.
Los horarios y la rutina estudiantil que nos cuenta es afortunada, la habitual, no nos cuenta el autor las fiestas a las que fue, los viajes de estudios, la diversidad de estudiantes a los que conoció, tuvo cuatro “amoríos” dignos de ser resaltados, salidas de fin de semana, etc. Probablemente se lo pasó fenomenal durante la carrera.
Si quitamos el grupo de los que no quieren ir a la universidad, el de los que no pueden permitírselo a pesar de querer, el grupo de los que yendo tienen que trabajar para costeárselo y el grupo de los que tienen unos padres machacones que cada vez que te ven salir de fiesta te recuerdan que tienes suspenso el álgebra de primero y de que has repetido segundo……nuestro amigo está en un grupo privilegiado.

2.- Terminó la carrera… ¿Por qué vida “gris y mediocre”?
Decidió cambiar de vida y lo hizo, no perdió años de su vida buscando un trabajo, haciendo entrevistas donde no le cogieran, enviando cv que nunca obtuvieron respuesta, ni malgastó ilusiones en trabajos prometedores que terminaron siendo una desilusión minando su autoestima, obligado a trabajar en algo que sí aborrecía aguantando a jefes despóticos.
Decidió buscar trabajo y lo encontró, un trabajo donde pudo desempeñar sus funciones demostrando su valía, donde estuvo muchos años, con lo cual no pareció haber sufrido el estado de provisionalidad en el que vivimos muchos y que produce un desasosiego vital que impide poder trazar metas a medio plazo.
Progresó en su trabajo y obtuvo el reconocimiento de los jefes, recibió estímulos positivos e incentivos, no se quedó estancado en un puesto de trabajo viendo como el resto ascendía, y su trabajo se volvía hastiante y monótono.
Al final de su carrera profesional, no sólo sus jefes sino, lo más importante, sus compañeros le prepararon una despedida donde todos quisieron acudir.
3.- Se enamoró, con un flechazo, en 11 meses ya estaba casado. Muchos desconocen lo que es el enamorarse perdidamente. ¡Es un privilegio que además seas correspondido! Enamorarse es un milagro que puede ocurrir o no en toda una vida. Conoció a una mujer “de su igual”, de su misma valía profesional, con inquietudes intelectuales.
Le pidió que renunciara a una faceta de su vida, y por amor, sin dudarlo, dejó de trabajar y se entregó por completo a este hombre, a sus hijos y a su casa. Se entregó sin miedo, sin plantearse que sería de ella si su matrimonio no funcionaba (al fin y al cabo lo conocía desde sólo hacía 11 meses). Y eso que el planteamiento que hace él es bastante machista: “era lo que más les convenía” (¿a los dos? ¿seguro?)…”dedicarse sólo a la casa y a los niños” (sólo los hombres desconocen la rutina de una esposa-empleada de hogar)…”al fin y al cabo él ganaba más que ella, tenía más posibilidades de ascender que ella y que”….¡Olé! sus huès¡
Prescindiendo de más consideraciones, ella dejó su trabajo, así sin más. Ella aportó la seguridad y confianza de que su matrimonio sería para toda la vida. ¿Esto no es felicidad?
El se acostó y se levantó acompañado el resto de su vida. Ella velaba el sueño de él y de sus hijos, así como del hogar familiar. Ella le aportó tranquilidad.
Tuvieron tres hijos, sanos que crecieron.
Tuvieron suficiente, no sólo para mantener tres hijos, sino además para un chalet donde poder ir los fines de semana. Posiblemente la caravana de vuelta, fuera uno de los pocos momentos donde la familia estuviera junta sin distracciones televisivas o de la play station, un momento donde él tenía la posibilidad de conocer a sus hijos (ya que como “él seguramente no iba a saber dar biberones y limpiar culitos tan bien como lo haría ella”, seguramente fue ella la que se encargó de criar a los niños desde su nacimiento), de preguntarles qué asignaturas les gustan más, como eran sus relaciones con sus amigos, cuales eran sus rutinas, en fin todo aquello que los padres necesitamos saber para luego poder dar sabios consejos a nuestro hijos (o al menos intentarlo), así él les podría decir lo importante que era sacar buenas notas para además poder elegir la carrera deseada.
En fin, esta vida no es mejor ni peor que otra cualquiera, pero desde luego no está salpicada de injusticias ni de desgracias personales. Todo es positivo, sólo hay que cambiar alguno de los adjetivos empleados.
Yo sí que quiero esta vida para mi.

Una vida sin amor ni entrega será siempre gris. ¿Has leído “Retrato de un matrimonio” de Pearl S. Buck?

domingo, julio 16, 2006

más sobre las biografías...

Un relato escrito por mi hace años, que colgué aquí hace unos días, biografía, ha producido más reacciones de las que podía imaginar…
Es algo que escribí hace mucho. Al leerlo ahora, aunque siento que tiene un puntito “rancio” y que hoy lo escribiría de otra forma, en el fondo sigo sintiendo aquello que quería expresar entonces.
[Por cierto, cuando lo escribí no podía imaginar internet, ni que algún amigo o amiga podría leerlo (leerme) desde la india o desde alicante…]

Fer me regaña y retoma una discusión a la que, como el dice, llevamos muchos años dando vueltas… quizá en el fondo estamos menos en desacuerdo de lo que pueda parecer…

Desde luego, no pretendo estar “juzgando vidas ajenas desde el prisma de que la [mía] es la buena.”
No. Sólo es un cuento, un relato, de algo, de alguien, que veo con frecuencia a mi alrededor y que no quiero ser yo.
No juzgo. Simplemente no me gusta y no quiero que mi vida sea así…

Sí, efectivamente hay un tono un poco “deprimente” en este texto… lo había cuando lo escribí, hace más de quince años, y lo hay ahora, que lo reencuentro, lo reconozco y lo asumo como mío, y lo cuelgo en el blog para compartirlo con quien lo quiera leer.
Creo que lo que me resulta deprimente de aquello que escribí no es que cada un@ viva de una forma y que cada quien haga lo que quiera y lo que pueda para ser feliz y estar satisfech@...
Lo que realmente no me gusta, y lo que trato de evitar en mi día a día, es la sensación de que la vida va decidiendo por mi, de que no soy yo quien decide lo que quiere, y lo que no quiere, hacer en cada momento, a qué dedico mi tiempo, con quién y dónde.
Y creo que esa es la causa de mi insatisfacción más o menos “permanente” de la que habla fer… y eso es lo que quería contar en aquel relato...
Por eso ando “siempre quejándome de un lado a otro, siempre buscando esa felicidad que no pareces encontrar, siempre recibiendo caña de algún amigo, siempre... ¿insatisfecho?”

Obviamente no sé cómo se hace… ya me gustaría… [si lo descubro lo colgaré aquí rápidamente para compartirlo también…] pero desde luego sí prefiero cuestionarme cosas, hacerme preguntas, como dice fer, prefiero tratar de entender qué pasa a mi alrededor, intentando saber dónde estoy y dónde me gustaría estar y por qué las cosas son como son…
Sé que esto produce cierta insatisfacción y cierta infelicidad… a mi al menos me la produce, pero parece que es lo que hay…
Lo otro, desentenderse, no querer saber nada de lo que pasa más allá de la puerta de tu casa, no cuestionarse nada, me parece que, no solamente no soy capaz de hacerlo, sino que tiene algo de inmoral… aunque quizá un@ pueda llegar a ser algo más feliz por ese camino…
[Sí, lo sé, aquí sí que hay juicio, ahora sí estoy juzgando… pero creo que muchas de las cosas que pasan tienen que ver con que no nos cuestionemos nada de lo que ocurre un poco más allá de nuestras narices…
Una pequeña digresión: un día, hace un par de años, una amiga a la que hace mucho que no veo, me contaba que después de pagar su casa, hacer las compras del mes, comprar todo lo necesario para su bebé, cubrir los gastos básicos, luz, teléfono, agua…… sólo le quedaban mil euros para “todo lo demás”… Me lo contaba un poco indignada, contrariada, y yo pensaba en el montón de gente que con esos mil euros tiene que hacer todo eso… pagar su casa, comprar, alimentar a sus niñ@s, vestirse...
No supe qué decirle. Me quedé atascado y creo que el no habernos visto desde entonces tiene que ver con esa distancia infinita que sentí entonces que había entre nosotr@s.
Creo que ahí hay algo inmoral. Creo que ella tiene (tenemos) la “obligación moral” de saber que hay mucha gente cerca que tiene que vivir con esos mil euros que a ella le sobran y a veces con mucho menos…
Y creo que tiene la obligación de cuestionarse qué pasa a su alrededor, cómo vive otra gente y por qué…]

Por otro lado, claro, estoy bastante más de acuerdo con fer que con b, cuando dice que no hay tantas diferencias… que estamos demasiado uniformad@s, que en seguida nos agarramos a banderas, símbolos y disfraces para sentirnos en un grupo, para no sentirnos demasiado sol@s...
y los ejemplos son legión, asumo como propios todos los que pone fer: muchos gays que fueron al orgullo, muchos catolicones que fueron a ver a B-16 a valencia, los del café intelectualoide, y añadiría la marea roja del mundial, la marea azul de fernando alonso, etc…


Releo lo que acabo de escribir y no me gustaría que se interpretara que pretendo ser un rebelde, un alternativo, un jipi y un outsider… a estas alturas… no, gracias…
Sólo me gustaría tener la sensación de que voy siguiendo mi propio camino…

miedo(s)

El miedo es práctico en manos de los tiranos. Siempre lo ha sido. Y siempre lo han utilizado para sus intereses…
Como ahora lo están utilizando en Israel.
Con la excusa de que los criminales de Hezbolá hacen de las suyas, ellos arrasan Líbano. Además de intentar cargarse a alguno de los terroristas, de paso, se cargan puentes, carreteras, puertos y aeropuertos, centrales eléctricas, edificios…
Y todo eso sin dejar de machacar a los palestinos de Gaza…
Y con el apoyo descarado de otros paises. O el silencio que consiente...
Al final los que se joden, como siempre, son civiles… la gente…
Civiles libaneses que andarán bien jodidos y que ahora tendrán que empezar a reconstruir. Otra vez.
Y los civiles israelíes que viven cerca de la frontera y a los que los de Hezbolá no dejan de lanzarles cohetes…

[Aquí estamos ahora en una de esas… están jugando unos y otros a meternos miedo… miedo a los terroristas y a los amigos de los terroristas, miedo a que se rompa ¡¡¡España!!!, miedo a los negros y moros que nos invaden…
y ya que estamos... miedo al sexo, a los maricas, a que nos destruyan las familias, a la gripe aviar, miedo a todo……
Cuanto más miedo tengamos, menos capaces somos de decidir…]


A. ¿Qué es lo que tanto te atormenta?
B. Todo me resulta incomprensible. No entiendo nada.
Franz Kafka. 1917.

músicas...

Hace mucho que no iba a un concierto y la semana pasada fui a tres:

Estuve viendo a Antonio Vega en las fiestas de la remonta, en Tetuán.
Un concierto chulo… pero me impresionó verle hecho un anciano, demacrado, encorvado, flaco… como una sombra de lo que fue hace años…


Unos días después fui a ver a los hermanos Auserón.
Santiago y Luis. Las malas lenguas.
En el conde duque.
Canela en rama…
Un concierto fantástico, divertido, bailongo… cuando sea mayor sigo queriendo bailar como Santiago Auserón… aunque en este concierto descubrí a su hermano Luis, simpático, también bailón, descarado…
Primero las malas lenguas y luego, después de un descansito, una dosis de radio futura para incondicionales… Fantástico…


Y al final de la semana, Noe me llevó a Villalba a escuchar música clásica: Bob Dylan.
Me gustó: aunque mi inglés no es maravilloso y no conozco sus discos todo lo que me gustaría… pero ya puedo decir que he visto a Bob Dylan tocando la armónica y que le he oído cantar en directo like a rolling stone


Por cierto, yo no había nacido y ya había gente coreando esa canción en los conciertos de Bob Dylan como lo hicimos nosotr@s el otro día en Villalba…

jueves, julio 13, 2006

lluvia

jueves por la tarde...
llueve a cántaros en madrid después de unos cuantos días de calor insoportable...

sábado, julio 01, 2006

biografía

A los cuatro años sus padres le matricularon en un colegio al que estuvo yendo hasta que cumplió los diecisiete.
Allí aprendió a leer y a escribir y las cuatro tablas. Y allí aprendió también dónde desemboca el Ebro, quién escribió La Regenta, qué país es el primer productor de trigo y en qué siglo reinó Felipe II.
Durante todo ese tiempo su actividad era semejante a la de los demás niños de su edad. (Se puede decir, sin temor a equivocarse, que durante toda su vida su actividad fue semejante a la de sus semejantes.)
Al llegar del colegio merendaba, veía la televisión, hacía los deberes y jugaba con las cosas que en televisión anunciaban con el nombre de juguetes.
Después de la EGB hizo, como casi todos, el BUP. Como tantos otros estudió el COU, se examinó de selectividad y, como muchos, entró en la universidad.
Hizo una carrera que no le entusiasmaba en absoluto, pero que tampoco aborrecía. Lo importante, sus padres se lo habían dicho miles de veces, era conseguir un título superior lo antes posible, con el que luego poder acceder a un buen despacho en alguna buena empresa. Y luego ¡a vivir!
La verdad es que hubiera preferido ser ingeniero, pero tal y como estaban las cosas en la universidad, su 5.7 no le permitía ser demasiado ambicioso, así que tuvo que conformarse con una licenciatura de ciencias.
Bien mirado, ésta tenía la evidente ventaja de ser un año más corta y algo menos agobiante que las ingenierías superiores. (Por supuesto, quedaba descartada la posibilidad de ser perito.)
Su horario durante los seis años que deambuló por la facultad (repitió segundo y arrastró hasta cuarto el álgebra de primero), no era demasiado sofisticado: se levantaba temprano (la clase empezaba a las nueve y media y tardaba tres cuartos de hora en llegar hasta la ciudad universitaria, suponiendo que no hubiera demasiado tráfico), desayunaba, se daba una ducha, iba a clase, volvía, comía, veía la televisión, estudiaba un rato y se metía en la cama.
Los sábados solía ir a dar una vuelta por Bilbao y tomarse un par de minis con algún amiguete de la facultad.
En cuatro ocasiones desde el comienzo del BUP hasta que terminó la carrera, conoció a otras tantas chicas que desordenaron tanto su horario como su sistema hormonal.
Al acabar la carrera miró a su alrededor y un destello de lucidez recorrió sus infrautilizadas meninges. Decidió que ya estaba bien de llevar una vida gris y mediocre y se dijo a sí mismo que había llegado el momento de cambiar (sic).
Desde ese día se puso a buscar un buen trabajo en una buena empresa, donde al cabo de un par de años llegaría a ganar un buen sueldo con el que darse una buena vida.
Y se echó una buena novia con la que se casó a los once meses de haber coincidido por primera vez en el ascensor del edificio de oficinas donde ambos trabajaban y haberle dicho él a ella que a qué hora solía bajar a tomar café.
Un par de meses después de la boda fueron a pasar un fin de semana a un Parador Nacional cerca de Madrid. Al fin y al cabo todavía podían considerarse recién casados y querían recordar los maravillosos momentos que habían pasado juntos, en aquel idílico crucero por el Adriático que hicieron durante su luna de miel.
El domingo, mientras desayunaban, él le dijo que tenía que hablar con ella de algo importante. Le explicó que él se definía a sí mismo como liberal y progresista, y que por favor no fuera a malinterpretar lo que iba a decirle.
A continuación le contó que había estado pensando qué era lo que más les convenía y había llegado a la conclusión de que lo mejor era que ella dejara su trabajo y se dedicase sólo a la casa y a los niños que dentro de poco empezarían a llegar. Mientras, él se ocuparía de llevar a casa el dinero necesario.
Le dijo que al fin y al cabo él ganaba más que ella, tenía más posibilidades de ascender que ella y que él seguramente no iba a saber dar biberones y limpiar culitos tan bien como lo haría ella.
Luego le preguntó que qué le parecía.
Ella, naturalmente, ese mismo lunes fue como todos los días al edificio de oficinas donde ambos trabajaban, pidió la baja, y se despidió de sus ya ex-compañeros.
Al poco tiempo tuvieron su primer hijo. En los cuatro años siguientes tuvieron otros dos: otro niño y una niña.
Los años que siguieron fueron de moderada prosperidad. Poco a poco fue medrando en la empresa. Tanto su categoría como su nómina iban mejorando con el paso de los años.
Su sueldo le daba para mantener un pequeño chalé en un pueblo cerca de Guadalajara al que iban todos los fines de semana con ganas o sin ellas. En uno de los bares del pueblo solía jugar interminables partidas de tute y de mus y el domingo por la tarde después de ver el partido de fútbol por televisión se incorporaba a una larguísima caravana que en dos o tres horas les llevaría de vuelta a casa.
Trabajó durante treinta y siete años en la misma empresa en la que había entrado al acabar la carrera y en la que había conocido a su mujer.
En ella había llegado a ser Subdirector Gerente de Material y el día de su jubilación, sus compañeros le brindaron un cálido homenaje en un buen restaurante del centro, entregándole una medallita y un diploma conmemorativo que enmarcó y colgó en el salón.
Murió siete años después, quizá de tedio, dejando una modesta pero desahogada pensión a su viuda y a sus tres hijos.
Probablemente fue feliz.
D.E.P.


[Escribí este texto en diciembre de 1990, y lo encuentro ahora revolviendo entre mis papeles viejos… Supongo que era, y es, la autobiografía que no quiero para mi...]
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