miércoles, febrero 25, 2009

camino (1)

El domingo vi Camino, la peli de Javier Fesser que ganó todo en los Goya.
Me gustó mucho.
Aún estoy digiriéndola...

Quería contar sólo un par de cosas.
Una es que me sorprendió. No sé cuántas pelis ha hecho Javier Fesser. Yo vi hace años El milagro de P. Tinto. La wikipedia la define como una película surrealista cómica española, pero la verdad es que a mi me pareció una chorrada de principio a fin que no me dió ni frío ni calor.
Mortadelo y Filemón iba puesta en el tren una de las últimas veces que he subido o bajado a Algeciras. La iba viendo de reojo sin ponerme los cascos... Supongo que también es surrealista cómica y española.
En fin, el caso es que como sólo tenía esas dos referencias sobre Fesser, Camino me ha sorprendido muchísimo. Me enganchó desde el minuto 1 y el guión me parece genial, yendo y viniendo, enredando, haciéndose mi cómplice durante toda la peli...
En fin, que me gustó mucho.

Y la otra cosa es acerca del tema de la peli: de la religión y las religiones. Habla del Opus, y puede parecer que sólo habla del Opus. Pero en realidad mi percepción es que lo que cuenta no es más que un extremo de lo que se vive día a día en las religiones que tenemos cerca.
Y quizá no tan extremo.
Habla de l@s talibanes, del miedo, del egoismo, de la irracionalidad, de la estupidez y de la esclavitud de las religiones...

Lo dicho, me gustó mucho, mucho, mucho.

sábado, febrero 14, 2009

el derecho a la imaginación

Me obsesiona una fantasía que tengo sobre la adición de un nuevo artículo a la declaración de derechos del ciudadano: el derecho a la imaginación. He llegado a la conclusión de que la auténtica democracia no puede existir sin libertad de imaginar ni sin el derecho a utilizar obras de la imaginación sin restricción alguna. Para tener una vida completa, hemos de tener la posibilidad de formar y expresar públicamente mundos, sueños, pensamientos y deseos privados, de tener acceso continuo a un diálogo entre los mundos público y privado. ¿De qué otra manera podemos saber que hemos existido, sentido, deseado y temido?

De la novela Leer Lolita en Teherán, de la escritora iraní Azar Nafisi [1955-].

jueves, febrero 12, 2009

... como el corazón de una polilla...

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique".
Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picarporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.
Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.
Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso. ¡Oh cómo cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar un diario a la esquina.

Hoy hace 25 años que murió Julio Cortázar [1914-1984], pero tenemos la suerte de que sigue acompañándonos...

martes, febrero 10, 2009

sueños


encontrado hace unos días en youtube
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