miércoles, enero 03, 2007

llamadme ismael...

Llamadme Ismael. Hace unos años –no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustitutivo de la pistola y la bala. Con floreo filosófico, Catón se arroja sobre su espada; yo, calladamente, me meto en el barco. No hay nada sorprendente en esto. Aunque no lo sepan, casi todos los hombres, en una o en otra ocasión, abrigan sentimientos muy parecidos a los míos respecto al océano.

Primera página de la novela Moby Dick (1851), de Herman Melville (1819-1891).

esto de escribir un blog a veces da sorpresas muy agradables...
ayer tuve una de ellas al recibir un mail de alguien a quien no conozco pero que lleva un tiempito pasando por aquí...

al contestar le he dicho que le iba a enviar esto, pero luego he pensado que también es un buen texto para empezar el año en el blog...

ahí queda...
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