jueves, enero 15, 2009

super8

en casa hubo siempre un tomavistas y un proyector.
durante años mi padre, siempre mi padre, hizo películas en super 8 de viajes, cumpleaños...
a veces, alquilaba, o, menos veces, compraba, alguna peli para ver en casa. mucho antes de que los vídeos entraran en las casas y por supuesto antes de que se abriera ningún videoclub.
de vez en cuando, se montaba el chiringuito en el salón para ver alguna: el olor de la pantalla y el ruidito del proyector son dos de las sensaciones más antiguas que recuerdo de mi infancia.
hace unas semanas recuperé ese olor de la pantalla cuando la llevé (la misma que usábamos en casa) al estudio para usarla en los talleres.
y ayer, haciendo zapping, en uno de esos canales raros que se te meten en casa por el tdt, me encontré una peliculita del gordo y el flaco, de esas que había en casa y que vimos un millón de veces, en la que se pasan no sé cuánto tiempo para subir una pianola por una escalera interminable...
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